En realidad no se trata de un gran bosque. Son millones de árboles solitarios, diseminados a lo largo y ancho de un territorio de 1,3 millones de kilómetros cuadrados, ubicado al noroeste del continente africano.
Las arenas investigadas se adentran en los territorios de Argelia, Mauritania, Senegal y Mali, y se extienden a partes del Sahara occidental y el Sahel. Un área similar en extensión al doble del territorio francés.
El trabajo de un equipo multidisciplinario, donde participaron científicos de la NASA, del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) de Francia y del senegalés Centro de Monitoreo Ecológico de Dakar, permitió dar con este tesoro de vegetación en unos de los ecosistemas más duros y complejos sobre el planeta.
El descubrimiento, publicado en la prestigiosa revista Nature, fue posible gracias al especial interés de los investigadores y al uso de tecnología especial. Se utilizaron imágenes procedentes de satélites de la NASA y un software de inteligencia artificial desarrollado para que identificara árboles individuales.