Es que lo más probable es que las soluciones a la emergencia ambiental deban salir de las ciudades, porque a pesar de que las urbes son solo el 2% de la superficie del planeta, demandan el 60% de la energía y 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero provienen de ellas.
Un artículo aparecido en la página web del Foro Económico Mundial, asegura que estos mini bosques citadinos, de inspiración nipona, están brotando en ciertas metrópolis gracias al trabajo voluntario de colectivos locales de ciudadanos sensibilizados por el medio ambiente.
Estos bosques en miniatura reciben el nombre de bosques Miyawaki, por un botánico japonés de nombre Akira Miyawaki, quien en los años 70 del siglo pasado ideó un método que ahora lleva su nombre.
Los bosques del método Miyawaki son espacios que muestran una gran densidad vegetal y diversidad biológica y que pueden hacerse muy prósperos y robustos en áreas tan pequeñas como una pista de tenis.
El trabajo del doctor Miyawki en los campos de la investigación y la docencia le valieron en el año 2006 el galardón Planeta Azul, que es un equivalente, en el campo de la ecología, al premio Nobel.
El científico, en sus observaciones de los bosques que rodean los templos budistas, santuarios y cementerios japoneses, constató que esos espacios protegidos contenían una gran variedad de vegetación nativa, lo que los convertía en ecosistemas diversos y resilientes.
Esas características, colocan a los bosques protegidos y diversos, como el reverso de los bosques de coníferas, con árboles no nativos, que son cultivados para explotar la madera y que son los que dominan el paisaje de algunas regiones.